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Michael Ratner

In memoriam Michael Ratner (1943-2016)

Por Wolfgang Kaleck, Secretario General del ECCHR

Michael Ratner fue uno de los cofundadores del European Center for Constitutional and Human Rights (ECCHR) y durante años apoyó, de forma invaluable, el trabajo de la organización. En el último tiempo presidió además la junta directiva del ECCHR. Estamos profundamente agradecidos por todo el tiempo que pudimos compartir con él, así como por su incansable y valiente aporte para el mundo de los derechos humanos.

Durante el verano del 2004 tuve la fortuna de conocer a Michael Ratner, en ese entonces Presidente del Center for Constitutional Rights (CCR); al vicepresidente, Peter Weiss, así como a toda la organización. Trabajamos juntos en una denuncia penal, presentada luego en Karlsruhe en noviembre del 2004, que se dirigía contra el ex ministro de defensa Donald Rumsfeld, así como contra otros miembros del gobierno, militares y juristas, por las torturas sistemáticas cometidas contra los prisioneros en la cárcel estadounidense de Abu Ghraib (Irak).

En un comienzo, no logramos nuestro objetivo concreto: llevar a la justicia a los “Arquitectos de la tortura”; sin embargo, pudimos dar algunos pasos adelante en esa tarea y otros países han seguido avanzando, como es el caso de Francia, España, Bélgica y, luego de la publicación en diciembre del 2014[nbsp] del informe del Senado estadounidense sobre las torturas cometidas por la CIA, también Alemania. Entonces, no hemos aflojado en nuestros esfuerzos desde el año 2004.

Por otro lado, está claro que Michael fue y es una persona clave en esta lucha incansable y paciente contra la tortura,pero para nosotros él fue mucho más: éramos amigos. Él nos inspiró y nos dio valentía para que creáramos en Alemania una organización similar al CCR. Así se fundó el ECCHR en Berlín, el año 2007. Sin embargo, no queremos compararnos con la larga tradición del CCR, fundado en 1966, puesto que el centro en Nueva York brinda apoyo hace varias décadas a numerosos movimientos sociales que luchan contra la discriminación en Estados Unidos y la guerra propugnada por ese país.

Las historias que vivió Michael durante más de cincuenta años, son fascinantes: una y otra vez hablaba sobre la gran esperanza que tenía en los cambios sociales, con ideas que se habían impregnado en el espíritu de muchos ya en 1968. Describía también la enorme violencia que Estados Unidos desplegó contra los movimientos de la Rebelión Negra en Estados Unidos, así como contra los movimientos de liberación en Centro y Sudamérica.

A diferencia de muchos de sus colegas en Estados Unidos, Michael era internacionalista, no un dogmático, sino alguien que sabía, por experiencia propia, cuán importante es oponerse de alguna manera al poder y la dominación ejercida por Estados Unidos. No obstante, no hizo la vista gorda ante los errores cometidos también por la izquierda en el poder: Ratner apoyó la independencia de Cuba y a la Nicaragua post sandinista. También utilizó diversos medios jurídicos para poner coto a las intervenciones militares de Estados Unidos en Granada, El Salvador, Haití y Nicaragua, además de reunirse en numerosas oportunidades con representantes de diversos movimientos sociales, por ejemplo, el Movimiento de los Trabajadores sin Tierra en Brasil.

Durante estos últimos años, fueron los hijos de Michael quienes recibieron el importante apoyo y compromiso de su padre, un padre profundamente orgulloso: Jake trabaja actualmente en Bolivia con los activistas contrarios a la privatización del agua en El Alto; Ana, por su parte, se desempeña en la ciudad mexicana de Oaxaca.

Estas y otras experiencias de este trabajo, el cual conlleva de forma casi inexorable reveses y derrotas, trajeron a Michael a Berlín. Hasta el verano del 2015, cuando detectaron su enfermedad, no se perdió ninguna de las reuniones de la Junta Directiva del ECCHR y asistió a todas las reuniones anuales con nuestras organizaciones colaboradoras y con los antiguos alumnos. Siempre fue nuestro apoyo y un importante guía.

Michael estaba muy conectado con nuestra causa común y siempre tendía a posponer sus propios intereses; tenía un gran sentido de la responsabilidad y por eso para él era natural dar un gran consejo de forma muy humilde. Cuando ya estaba enfermo en su cama, me contaba sobre las enormes ganas que tenía de venir a Berlín. Pero en esas oportunidades, no hablaba tanto de nuestras reuniones - por supuesto siempre productivas y en un ambiente amistoso – sino que le gustaba mucho más conversar sobre las exposiciones que teníamos en el ECCHR y sobre nuestras fiestas. Ahí, se lo podía encontrar pasada la medianoche conversando animadamente con muchos de nuestros compañeros, así como también con los abogados y abogadas más jóvenes. En fin, era lo opuesto al típico abogado arrogante.

Hasta su muerte Michael fue presidente emérito del CCR. Como abogado, asesoró entre otros a Julian Assange, quien inició WikiLeaks y representó a varios prisioneros de Guantánamo.

Recuerdo también como siempre había algo de amargura en sus palabras cuando opinaba sobre la prisión estadounidense de Guantánamo – la cual luego de siete años de gobierno de Barack Obama aún no se cierra – o sobre los fracasos políticos de la izquierda. Y a pesar de que toda esta situación era algo conocido para él, continuaba esforzándose y esforzándose con nosotros. No actuaba ciegamente; siempre miraba a la izquierda y a la derecha, para no olvidar a las personas a su alrededor.

A mí y a todos nosotros, Michael nos hará mucha falta. Por eso acompañamos en estos difíciles momentos a su mujer, Karen, a sus hijos Ana y Jake, y a todos sus familiares y cercanos, quienes en estos últimos ocho meses lo rodearon de cariño e intentaron rescatar a Michael de esta terrible enfermedad.

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